Facsímil de finales del S.XII localizado en la Biblioteca Real de La Haya. Escrito en latín y francés, con dimensiones de 255 x 165 mm. Extensión de 94 páginas e iluminación de 45 miniaturas a toda página realizadas con oro. Encuadernación en terciopelo verde con adornos y cierres de metal.
La Biblia Ilustrada de La Haya es un manuscrito francés del siglo XII que se distingue por su extraordinaria riqueza histórica y artística. Este cautivador ejemplar, cuya creación se remonta a alrededor de 1190-1200, tiene sus orígenes en la abadía benedictina de San Bertín, ubicada en Francia. Aunque este manuscrito tiene una fuerte identidad francesa, también exhibe influencias bizantinas notables, lo que sugiere un contacto cultural significativo con el Imperio Bizantino. Estas influencias se reflejan en los textos críticos que abordan la Segunda Cruzada y el papado romano, vinculando indirectamente al manuscrito con el emperador bizantino Manuel I Komnenos, quien es conocido por sus vínculos con la región.
El manuscrito presenta una colección deslumbrante de escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento, complementadas con espléndidas representaciones de la vida de los santos. Estas iluminaciones, realizadas bajo la influencia de Manuel I Komnenos, destacan por su opulencia y detalle. Las páginas del manuscrito están adornadas con una rica paleta de colores, figuras doradas y elaborados marcos decorativos que evidencian un estilo artístico refinado y sofisticado.
El Biblia Ilustrada de La Haya está compuesto por noventa y cuatro páginas, que incluyen un total de cuarenta y cinco miniaturas a toda página. Estas miniaturas están distribuidas en cuatro campos de imágenes, sumando un total de ciento setenta y dos ilustraciones. La narrativa visual contenida en el manuscrito ofrece una representación completa del ciclo bíblico, desde la historia de Adán y Eva hasta el Juicio Final. Las escenas representan de manera meticulosa los relatos de las vidas de los santos y sus martirios, destacando una narrativa visual rica en detalles.
El manuscrito combina hábilmente colores vivos, adornos dorados y encuadres meticulosos, creando una sinfonía visual que captura la esencia de la iluminación francesa del siglo XII con matices bizantinos evidentes. El uso de fondos dorados y tonos vivos en las miniaturas refleja una fusión de influencias artísticas, resultando en una obra que es tanto un testimonio del arte francés como un tributo a las técnicas bizantinas.
Se cree que el manuscrito originalmente acompañaba a un salterio, y se inscribe en latín y francés. Los elementos bizantinos, especialmente los fondos de pan de oro y las miniaturas detalladas, aportan una capa adicional de distinción a esta obra predominantemente francesa. El manuscrito fue adquirido por el rey Guillermo I de los Países Bajos en el siglo XVIII y, posteriormente, en 1823, fue incorporado a la Koninklijke Bibliotheek von den Haag.
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