Facsímil del “Libro de Horas de la Condesa de Bertiandos” cuyo original se conserva en la Academia de las Ciencias de Lisboa.
Encuadernado en piel sobre tabla a mano, cosido a diente de perro con cordel de cáñamo, se entrega con un bello estuche guarda-libro para su mejor protección, contienen 2.066 imágenes iluminadas. Papel pergamino especial con el mismo grosor, tacto y olor que el original.
Al presente ejemplar le corresponde el número 105 de la edición única, mundial y limitada de 999 ejemplares según consta en el acta notarial que se incorpora
La obra, que data de entre 1515 y 1530, representa un curioso y bello manuscrito, iluminado atípicamente al uso del resto de los libros de horas. Está considerado, además, como la cima de la iluminación artística religiosa y popular de la Baja Edad Media. Un códice que destaca, además de por sus iluminaciones religiosas, por sus escenas de “tema civil”, con costumbres y usos habituales en la época.
En este códice están representadas costumbres y usos que lo convierten en un documento esencial para el conocimiento de tradiciones y hábitos perdidos. Con gran minuciosidad y excelente riqueza cromática se presentan flores, frutos, insectos, peces, animales de caza, animales domésticos, trompetas, barcos, escaleras, instrumentos de labranza y náuticos, musicales y formas híbridas. Proporciona una preciosa información zoológica, especialmente en lo que se refiere a mamíferos hoy extinguidos. La tipología en su conjunto corresponde a un estilo naturalista figurativo de influencia flamenca, con gran tendencia a la representación
de flora y fauna. Aunque entre tanta representación de carácter laico no debemos olvidar la iconografía religiosa, que constituye su vínculo fundamental. Nos encontramos con imágenes del Santo Sudario, la paloma del Espíritu Santo, un medallón con Cristo crucificado, ángeles, cálices, mitras de obispos, santos, la mano de Dios en posición de bendición, el episodio bíblico de la lucha de san Jorge y el dragón, etc…
Este bello y raro códice está escrito en latín a dos columnas, en letra gótica rotunda o semigótica, y datado entre 1515 y 1530. Se supone que fue Antonio de Holanda el calígrafo, formado como iluminador en el taller de Alexandre Bening, en los Países Bajos, aunque trabajó desde finales del siglo XV en Portugal, donde se consagra como uno de los más eximios artistas del ars illuminand.
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